Maria Teresa Aláez García

No sé sobre qué escribir hoy

No sé sobre qué escribir hoy.

 

Tengo tanto que componer y tantas cosas pendientes para terminar que tengo un colapso en mi cabeza.

 

Tengo una historia arquitectónica para traducir, otra para acabar, una novela a medias, dos relatos para presentar este mes, un montón de correo para revisar y tirar, preparar la casa para el otoño – invierno con otro montón de cosas para regalar o tirar. Debería de ir tirando primero lo que tengo dentro de mi cabeza y de mí misma antes de tirar lo que me sobra de fuera y eso hago en los escritos que voy dejando aquí, donde voy haciendo pruebas acerca de cantidad de hojas y texto escrito, fuentes, composición sintáctica, estudios de formas verbales, estudios de distintos sintagmas gramaticales, estudios de vocabularios, estudios de tratamientos de distintos temas, lenguajes, al igual que en la poesía voy realizando ensayos de métrica o de rima o de ritmo o de lo que salga al paso.

 

Tengo cosas ahí pendientes. Claro que tengo muchas y que voy resolviendo, acabando , finalizando, completando. Pero hasta que el proceso se termine, siento muchísima angustia.

 

Como el papageno o la papagena de “La flauta mágica” de Mozart.

http://es.youtube.com/watch?v=bac1UGj1lSw

 

http://es.youtube.com/watch?v=06p-7Ldm-ZQ

 

Pero la angustia quizás está más causada por las cosas que se acaban. Historias terminadas, pasos de transición, madurez, vejez diría yo.  Cosas que se han de acabar, personas que han de marchar, cambios que se realizan en la vida y que significan un decir adiós a muchas cosas para decir hola a otras muchas. Es imposible tener un constante síndrome de Diógenes en la cabeza. Parece algo pecaminoso prescindir de tantas cosas: de tantos conocimientos, de libros, de apuntes, de ropa, de pensamientos, de logros, de ideas. Las cosas materiales yo las regalo. No me gusta tirar más que lo que no tiene ningún arreglo. Como soy una infeliz y una confiada, tengo esa idea infantil de que siempre que viven con otra persona, algo queda de sí mismas. Pero casi prefiero ese concepto oriental del taoísmo o confucionismo, no recuerdo ahora. Del que nada permanece. Como decía Heráclito, que todo pasa y nada permanece.

 

En todas las construcciones orientales no se usa la piedra. En las chinas, japonesas, no.  No se construye para que perdure por siglos sino que se tiene en cuenta que todo ha de acabarse y contribuir al desarrollo y al cambio natural para que todo se enriquezca. A la renovación. Cuánto cuesta adaptarse a lo nuevo y aceptarlo. A las personas que somos más mayores nos cuesta porque ya nos hemos hecho nuestras cuentas de la vieja y nos hemos acostumbrado a lo que teníamos. Un cambio nos rompe esquemas, nos desata de ataduras y nos provoca una desazón. No por no poder afrontarlo sino por añoranza de lo que se abandona y porque ya hay cada vez menos ganas de luchar, más cansancio, menos ilusión, más conformismo. Aunque las hormonas de cuando en cuando jueguen malas pasadas.

 

Y cuánto se llega a perder el tiempo en el ordenador.

 

Ayer subimos a la "fira de Sant Miquel" en nuestra ciudad – una feria cuya celebración  data de 1700 más o menos, de maquinaria y productos agrícolas  - y al pasar por la vera del río, el niño iba protestando porque le hice caminar en lugar de coger el autobús y porque hemos de hacer ejercicio en lugar de pasar tanto tiempo en casa haciendo deberes u ordenando o jugando él a la consola o viendo la televisión. Es una riqueza y un ahorro en la casa el salir a dar un paseo, tomar aire puro, disfrutar del clima de esta ciudad y esta tierra que son magníficos y no estar vegetando en el interior del piso gastando luz de mala manera. Recordaba entonces de cuando era niña las romerías y recorridos de ferias que hacíamos: a Santa Faz, a Sant Pere, las romerías de mayo en Cartagena y las subidas al monte Calvario. La verdad es que me alegro de haber vivido la naturaleza y el campo a pesar de haber sido animal de ciudad pequeña y de que mis padres no fueran a vivir en el núcleo de la ciudad, el centro mismo, sino a las afueras, buscando calidad de vida – aunque la calidad parezca que se encuentre en el mismo centro de las grandes urbes -. Vivir en las afueras de una ciudad pequeña es algo elegante o celebrado o tiene cierto prestigio pero vivir en las afueras de una gran ciudad parece arrabalero y mezquino. Cómo relativizamos todo  y esto me pone enferma pensarlo también.  En fin.

 

Antiguamente la gente se divertía igual o más que nosotros. Sin consola o televisión, tenían todo el día ocupado. Cierto es que lavaban a mano y tenían que recorrer grandes distancias para traerse el agua o la compra. Pero no tenían que ir al gimnasio a adelgazar porque no se movían, el trabajo diario ya llevaba eso. Cuando yo tenia 20 años y era tan quisquilla y bestiaja como ahora pero más rebelde, estaba muy delgada y es que además de hacer la faena de la casa a mano, recorría cada día la ciudad caminando. La calle dieciocho, ella sola ya tenía un kilómetro – lo tiene, aún existe dicha calle en Cartagena – Y ya desde allí iba hacia el puerto. Mi padre trabajaba en un barrio que se encontraba al final de esa calle y el puerto estaba justo en la otra punta de la ciudad. Era un recorrido que realizaba a diario. Lo que nunca pude hacer es subir escaleras sin ahogarme. Ni gruesa, ni delgada, no hay manera. Debe ser un resto que quedó del soplo que tuve de niña.  Me sigue costando horrores y eso que sigo siendo persona que prefiere las escaleras al ascensor excepto cuando llevo carga de algún tipo: compra o dolor.

 

 Ahora se está más pendiente de la televisión y los programas. Antes, de las visitas, de la misa en la iglesia, de las fiestas y de la limpieza de la plata. Aún llegué a conocer aquello de “limpiar los jueves la plata” con el algodón “Aladdin” y mis hermanos y yo con el mandil verde, repasando la plata de la vitrina o en casa de mis amigas.  Memoria histórica.

 

Restos de recuerdos que llevan una vida. Mi hijo ya se está componiendo una pequeña memoria histórica a su manera. Lo pregunta y analiza todo, nos pone la cabeza como un bombo desde que se levanta hasta que se acuesta. Se mira todos los noticiarios además de los programas de crítica y humor de la sexta, con “El Gran Wyoming” y “Buenafuente”. Dice que de mayor quiere ser como Buenafuente y hacer él un programa también de humor poniendo verde a todo el mundo de la televisión como hacen en “Sé lo que hicisteis”. Ahora quito la televisión y sólo se la dejo ver un momento al mediodía y un momento por la noche.   De todos modos los padres – hombres – como ellos son tan gentiles y tan desprendidos y generosos sólo piensan en que ELLOS han de ver SUS programas y pasan de los hijos. Que se acostumbren. Y allá tenemos a los niños mirando la televisión mientras los papás juegan  a la consola y las mamás preparan la cena y la ropa y utensilios de trabajo del día siguiente. Es una escena tan entrañable… que no me gusta.

 

Qué poco piensa la gente cuando quiere tener hijos. No se da cuenta de la enorme responsabilidad de traer al mundo a las personas que compondrán la sociedad del futuro y de que los hemos de preparar para formar parte de dicha sociedad y para mantener este planeta donde han de seguir viviendo ellos y sus hijos. Recuerdo cuando estaba embarazada, haber oído algunas frases de oro de personas desconocidas en la antesala de la comadrona. Es que las mujeres servimos para todo y somos de gustos tan diversos…

 

Estaba la que no quería tener hijos. Ella decide sobre su cuerpo. Era guapa, quería seguir siendo guapa, sería guapa hasta el infinito y más allá si la dejaban y coqueta como ella sola. Era la mujer deseada por todos los hombres. Hubieran hecho clones – igual se hacen en un futuro – porque nada más que hablaba para hacer sentir bien a los hombres y lo iba dejando demostrado allí mismo. Vamos que las demás estábamos de prestado en este mundo por favor. La belleza y la juventud hay que mantenerlas per in saeculam saeculorum para que el mundo siga siendo bello para siempre porque sólo la persona bellísima y guapísima de cara y tipo tiene bellos pensamientos y hace bello su exterior. Gana más dinero, provoca en los demás bellos sentimientos y acrecienta la belleza de su entorno. Por supuesto, no trae hijos al mundo… los aborta por aspiración, porque además los hijos gastan mucho y ella tenía que gastarlo todo en mantenerse ella. Y las niñas jóvenes no podían desperdiciar ni su edad ni su juventud con los hijos. De hecho nosotras mismas deberíamos de haber abortado y haber corrido a un instituto de belleza a hacernos bellas. No sé yo la humanidad cómo seguiría existiendo con estas personas. Igual con úteros artificiales, fecundación in Vitro y selección de personal para eliminar los embriones de los feos y mantener los de los bellos. Sería interesante hacer una novela de clones masculinos y femeninos llenitos de belleza y cuidados por robots que hicieran toda la faena. A todos nos acostumbramos los humanos. Yo me siento culpable y responsable de ese aborto por no decir nada y de otros por no decir nada tampoco. Pecado de omisión precisamente. Cada una de esas muertes se me cruza en mi vientre. Igual por esa tensión perdí a mi hija… no sé.  No. En realidad fue por otras cosas.

 

Por otro lado estaba la mujer joven con ya un hijo o dos. Otro más, claro. Familia numerosa de primera.  Pero ella era feliz porque era su madre quien cuidaría del pequeño o pequeña como había criado a los otros dos. Menuda suerte. Claro es una abuela que no tenía problemas para cuidar de sus nietos. Pero hay abuelos y abuelas que sí tienen problemas de salud y atención para cuidar de sus nietos. Y sienten cansancio y los niños, sobre todo los de ahora, son muy nerviosos, muy activos y necesitan gente joven que les ayude en su estimulación y su focalización energética. Una persona de setenta u ochenta años no puede hacer eso. Pero aún así no saben decir no por no dejar de ver a sus nietos y nietas y sacarlos a la calle y estar por ellos. Aún cobrando una mísera pensión que no saben si se reducirá más o si los echarán de sus casas. Y muchos hijos son tan desagradecidos que en lugar de hacerles un buen regalo en algún momento, protestan porque esos abuelos se cansan y dicen que no o porque no regalan nada a los niños. Es que a veces… no pueden o no tienen ni para comer… Somos unos ignorantes, unos grandes ignorantes y la gente mayor tiene una enorme e infinita paciencia. Quasi infinita.

 

Sigamos con las mamás. Primerizas éramos un buen montón, Llenas de complejos, problemas, de angustias. Estaba la que se veía con un mayor status porque se había casado e iba a tener un hijo. No era tan guapa como la otra o no tenía tanto dinero pero sí tenía mayor status por eso. Igual tampoco tenia estudios pero el matrimonio en si y el hecho de ser madre le daba su importancia.  Un hijo sí es una responsabilidad así que es mayor la importancia que la de tener un trabajo o sacarse una carrera. Y claro, el alardeo volaba por el aire. Además hay personas que hablan de tal manera  que parece que sólo ellas hacen algunas cosas y los demás no las hacemos. Solo se casan ellas, sólo tienen hijos ellas, sólo sacan carreras ellas o sólo tienen trabajo ellas. Los demás no. De todo esto saqué como conclusión que las cosas son importantes dependiendo de cómo nosotros las veamos de importantes y así como las presentemos a los demás. Yo soy una persona que viste de modo práctico y sin marcas porque no me gusta hacer la pelota a las marcas y eso dice de mí que soy como pobre, más que hablar de una personalidad anticapitalista acusada.  Claro, lo que yo haga no tiene importancia ni sentido. Pero si me pongo los pantalones de tal marca o me pinto o acudo a la peluquería ya la cosa tiene otro sentido. ¡¡Hasta se me escucha!!. Por supuesto, estas cosas las hago cuando no tengo más remedio: ir a una celebración especial porque me invita gente a la que quiero muchísimo o porque no tengo más excusa. Por lo demás, me encanta vivir sumida en mi misma ignorancia al no ver “tres en un burro” a una distancia de cuarenta centímetros de distancia porque mi hijo no quiere que me ponga las gafas y sin ellas no veo, - cosa que causa mucho cachondeo con mis exalumnos, que se acercan y no los saludo y cuando ya he pasado me llaman .. “¡¡eh maestra”!! je, je , simpáticos ellos y ellas – y en la ignorancia ajena, sobre todo cuando luego me preguntan  - “Ah… pero ¿tu? “ Sí  pero mejor ni recordarlo ni darlo a conocer. Ni falta que hace. Con lo bien que se vive siendo nadie en esta vida.  Con hablar con las personas que quiero y vivir tranquila, es suficiente, no pido nada más. Ya desde niña me tocó conformarme y sigo haciéndolo y la verdad, es más práctico porque se necesitan menos cosas y no se gasta tanto. Es más saludable. Y eso que gracias al cielo no puedo quejarme porque no me ha faltado de nada ni a mi familia tampoco. La gente que tenemos en nuestro entorno es maravillosa, toda y les doy las gracias, aun a la gente a la que no le caigo bien o no me puede ver por ser “nadie” o “nada” o “gorda, fea e histérica”.

 

Más mamás. La que tiene demasiada experiencia por tener cinco o seis. De estas mamás hay de dos tipos. La paciente, que está tranquila, que nos escucha a todas hablar y se sonríe pensando en sus tiempos cuando ella era como nosotras y que de cuando en cuando aporta una opinión para completar otras. Y la nerviosa que nos cuenta la vida y milagros de sus hijos, los de las mujeres de sus familias, sus vecinas y todo y de todos modos, como se me olvidaba todo lo que me decían de poco servía. Además en el parto llenan a las madres de todo tipo de manuales.

 

Me falta la mamá religiosa que daba gracias al cielo por el bebé que traía. Cuando era joven y acudía al ginecólogo, al ver a las mamás siempre pensé que acabaría siendo del tipo de esta mamá por mis dificultades al tener hijos. Pero no. Me quedé en una mezcla de mama primeriza paciente porque no tenía ni idea y porque escuchaba a todas las demás hablar.

 

Las madres que no podían tener hijos porque no se les lograban y las que los habían perdido también estaban allí. Yo me ponía en su lugar  - y luego estuve en ese mismo lugar – y no hacia gracia alguna escuchar nuestras conversaciones sobre todo si no tenían ningún otro hijo. Normalmente se sentaban en los lugares más apartados de la sala de espera. Como yo busco dichos lugares cuando voy al médico para leer, escribir o pensar en las musarañas, compartía con ellas sus historias que no caben ahora en este texto.  Algunas han llegado a tener a sus hijos por fin, tras enormes sacrificios. Otras se están conformando o los intentan adoptar. Hay historias… en fin, es cierto que la realidad supera a la ficción de todos modos.

 

Las chicas jóvenes, las menores, no solían hablar. Ya aparte de lo suyo o de que no iban a casarse con su novio, tenían el malestar y consiguiente bronca de sus padres. Y además el hecho de ser jóvenes, demasiado, para hacerse responsables de sus hijos. Eran chicas que querían salir y divertirse y ya quedaban confinadas a quedarse cuidando de sus hijos mientras que el novio las dejaba e iba a embarazar a otras o se largaba de fiesta. La desinformación hace mucho. Y el hecho de que a mucha gente le encante el sexo con jovencitas pícaras que quizás no haga ni dos años que acaban de dejar a sus muñecas.  Los niños de hoy no tienen prácticamente infancia, no se les permite crecer subiendo cada paso de los que facilitan su madurez y pasan de golpe la infancia y adolescencia. A los catorce años están hartos de todo y nada les ilusiona. A los veinticinco están quemados.  Mi hijo no es tonto pero prefiero que tenga algo de inocencia y de infancia y que tenga ilusiones. Sin mentirle, que divague e imagine y que tenga ganas de hacer cosas y sobre todo, ganas de vivir y buscarse soluciones.  Por ahora lo estoy consiguiendo pero veremos cuánto dura y si puedo arrancarlo de sus amistades, ordenador y consola.

 

Y mujeres mayores. Mujeres de cuarenta y cincuenta que van ya por el “tardanico” y no quieren abortarlo. Que se ven con fuerza para sacar el último adelante antes de que llegue el final de la menstruación. Dicen de estos niños que son más flojos y que tienen más dificultades en la salud, la tienen fatal. Ellas ya se encargan de hacerlos fuertes y útiles. Lo malo es que muchas veces hay un gran descuadre generacional porque son padres mayores para hijos muy jóvenes. Pero hay madres que se actualizan y que intentan hacerse lo más aptas posibles para una educación que exige evolución constante para adaptar a los niños y prepararlos socialmente.

 

Ya no sé si me queda algún tipo de madre pero si lo recuerdo, lo colocaré. Seguramente, algo me quedará en el tintero.

 

Y no iba a escribir nada pero al final he completado las ocho hojas que me había propuesto rellenar para ver entonación, contenido y tiempo que se tarda en escribir un relato de ocho folios.

 

Que disfruten de la música.

 

Mozart.

http://es.youtube.com/watch?v=9Kkdrhd1fWE&feature=related

 

El hombre y la madre tierra.

http://es.youtube.com/watch?v=qkKOiRmcZVw

 

Lodoletta.

http://es.youtube.com/watch?v=OtZoWscXMAo&feature=related

 

 

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Published on e-Stories.org on 01.10.2008.

 
 

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