Érase una vez un marciano que cayo del cielo. La razón? Porque estaba
enamorado. Nuestro marciano no llego en una nave espacial llego solo en forma
de un muchacho llamado Horacio. A primera vista el parecía como cualquier muchacho,
tenía cabello medio corto, no era ni flaco ni gordo y tenía una gran sonrisa.
Cada día el iba a trabajar en una escuela y su vida no conocía sorpresas. Hasta
que …
Bueno, a decir la verdad, nuestro muchacho / marciano
se sentía bien solo. Los marcianos necesitan mucha afección y amor porque ellos
son extranjeros en todos los lugares, a donde sea. Aunque guardan su identidad secreta y la
gente casi nunca se da cuenta, los marcianos saben que en su corazón su forma
de pensar y vivir es tan diferente como el sol y la luna. En su casa se sentía
muy solo y cuando andaba por las calles sonría pero en realidad lloraba.
Hasta que un día se enfermo. Cuando algo malo sucede,
los marcianos siempre piensan lo peor y el pobrecito pensaba que iba a morir en
unos días. El odiaba a los médicos pero decidió hacer una excepción. Así se encontró en un laboratorio donde vio y
conoció por primera vez ¡a su corazón,
su gran amor, su marciana!
Ella, aunque le gusto el muchacho fingió estar enojada
y muy estricta. Le dijo que regresar tres veces mas. El obedeció, muy preocupado
por su salud. La segunda vez se dio cuenta que la enfermera no era enojona y
además que le gustaba la poesía, lo que era muy raro en esta ciudad. Así que
comenzaron a hablar sobre la literatura y se le olvido al muchacho preguntar sobre su estado de salud. Algunas personas dicen que en verdad
no tenía nada, otros dicen que la cura era simple y difícil de encontrar en
este mundo: el amor.
Después el muchacho sentía que ya no era solo en el
mundo y cuando una noche le confesó su
verdadera identidad, ella le contesto de manera igual.
“¿A poco? Yo también soy marciana. ¡Que coincidencia!
No puedo creerlo. Ahora todo me parece con más sentido. Por eso eres diferente
y tu forma de ser no se parece en nada a
las personas de aquí. Ya veo.” Y ella sonrío y también el, por que los dos sabían que desde este momento no iban
a andar solos en el mundo vacío y vasto: ¡se habían conocido por fin!
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Published on e-Stories.org on 02.08.2008.
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