Ricardo Guerra Victoria

Musa

Prosa con emoción, letras sentidas que salen del corazón de un loco soñador, enamorado de la vida y del amor, nostálgico irreverente que muere a diario para vivir con alegría, sempiterno amartelado con su diáfana musa indescriptible, que atravesó en raudo vuelo por el valle de la tristeza que a el le agobiaba, devolviéndole la alegría.

A un año de aquellos días, se abren las letras de mis memorias, recuerdo que casi dormía, y en el silencio lánguido de aquella noche donde el séptimo día terminaba y octavo apenas nacía, tocó a mi puerta una mano, que sería preludio del momento increíble que habría de vivir tan sólo unos segundos hacia el futuro de aquel instante.

“Tenemos una situación en la que necesito que me ayude”- dijo la voz de aquella señora que tocó a mi puerta en aquel hostal, “me da mucha pena pero podría cambiarse de habitación”-fue su solicitud- mi primera reacción fue de sorpresa, pero una voz en mi interior me pidió ser un caballero ante los argumentos de mi amable hostelera.  Siendo casi media noche tomé a la carrera mis cosas y rápidamente pasé a una habitación pequeña para colaborar con quien se había ganado mi aprecio por su buen trato durante mis estancias en aquel lugar, su mirada de agradecimiento parecía en ese momento el justo pago a mi gesto.  Traté de ser amable incluso brindando algo de ayuda a quien iba ocupar el espacio en el que yo descansaba, mi ojos estaban dormidos, mi corazón cerrado, mi mente en rebeldía. Cuan lejos estaba mi consciencia de saber que mi vida iba a ser maravillosamente bendecida, a causa de un objeto olvidado.

Volví a desempacar en la habitación pequeña, me sentía algo alterado no lo niego, mi pulso se había acelerado y dado que soy propenso al insomnio, encendí mi computador para buscar algo que leer, luego coloqué mi celular en el escritorio, y fue en ese momento que pude percatarme de que había dejado olvidado mi cargador en la habitación donde estaba con antelación, vaya afortunada desmemoria causante de la alegría inmensa que estaba a punto de vivir.

Esta vez fui yo quien se acercó a aquella puerta, y aunque dudé en hacerlo siendo que ya nos abrazaba la medianoche, el premonitorio instinto del que vio sin mirar y oyó sin escuchar, rompió el temor que detenía mis manos, atreviéndose mi ser a tocar con cautela, pero esta vez, ninguno de mis sentidos pudo evitar estallar de la emoción ante su imagen y en su presencia, las puertas del cielo se abrían ante mis ojos, la luz del paraíso irradiaba de su ser, y sin querer robarme las líneas del maestro Amado Nervo en su Gratia Plena:

“Todo en ella encantaba, todo en ella atraía

su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar..., “

 

Aquel instante fue antología poética para mis sentidos, fue sentir que deseaba postrarme ante su existencia, una sensación de plenitud y éxtasis me invadió, y se que por un instante quedé enmudecido, aunque palabras de mi boca salían, amables y educadas, tuve que pedirle a mi corazón que guardara silencio, que no gritara, que no era justo decirle lo que me estaba causando de forma tan irreverente y locuaz, que la lozanía madura de ese hermoso ser demandaba el trato más amable y sutil que hombre alguno fuese capaz de exhibir, así pude superar el impulso, controlar mis sentidos y agradecerle por haber llegado.

Un momento perfecto, el mundo aquella historia narró en silencio, de hadas parecía aquel cuento, el miedo cesó, las dudas se desvanecieron, los corazones hablaron, los ojos se cerraron y aquellos extraños finalmente se vieron.  Ante mis ojos, el vino acariciaba sus labios, su mirada brillaba cual relámpagos de aquella noche, Bocelli desde el fondo Romanza interpretaba, mientras ella dulce, exquisita y serena, se fundía con el aire en armoniosa sinfonía, y yo tan sólo respiraba para dejarla fluir por mis venas.

Mi Cenicienta, ese fue el nombre con el que la grabé en mi mente, apareciste y desapareciste alrededor de la media noche y cual supernova radiante, iluminaste mi ser más que el dios del sol en toda mi existencia.  Mi Cenicienta, así te recuerdo, así te conservo viva en el espacio vacío de mi universo, como algo delicadamente especial que se cuida con el alma, así te quiero, de la forma más noble, de la forma más pura, como sólo quienes abatidos de alegría y locura inspiradora por su musa, pueden vivir a plenitud, lo sublime de un instante eterno.

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Published on e-Stories.org on 11.09.2020.

 
 

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